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En este artículo, compartiré una historia sobre un caballo que llegó para recibir entrenamiento y algunos pasos que tomamos para evaluar su confianza y comprensión antes de montarlo. Antes de comenzar, quiero enfatizar la importancia de probar a un caballo en el suelo para ver cómo se mueve alrededor de mí y mantener su caja torácica doblada en un círculo. Esto se conoce como el juego de los tres círculos y es un ejercicio clave para establecer una buena comunicación desde el principio. El objetivo es desafiar al caballo a que se ponga en forma y esté en línea recta conmigo en lugar de estar en un estado emocional y contraído. Es común que los caballos tengan esa postura instintiva de presa, pero queremos que actúen más como socios. Esto nos permitirá avanzar hacia pruebas más complejas.
Otro aspecto importante es comprobar si el caballo entiende cómo seguir una señal de «woah» para detenerse y retroceder. En este caso, encontramos un pequeño obstáculo cuando le pedí que retrocediera con la cabeza baja, mostrando que necesitamos trabajar en esa área en particular. Siguiendo con el entrenamiento, también probamos su capacidad para hacer el paso lateral con la cabeza hacia abajo. Esto es más difícil y requiere que el caballo confíe en mí aún más. Fue gratificante ver cómo respondió y permitió que yo controlara su cabeza mientras hacía el paso lateral correctamente.
Después de evaluarla en el suelo, decidí montarla para ver cómo respondía bajo la silla de montar. Antes de comenzar, siempre me fijo en su flexibilidad lateral y cómo responde a las señales de riendas suaves. También observo su nivel de relajación general y si es capaz de soplar y soltar tensión. Esto es especialmente importante durante el calentamiento, ya que un caballo tenso puede afectar negativamente el resto del entrenamiento. En este caso, pude ver que el caballo mostraba cierta tensión, pero con paciencia y permitiéndole relajarse, logramos que soltara tensión y se sintiera más cómodo.
Durante el entrenamiento a caballo, me concentro en mantener las riendas sueltas y probar su impulsión y velocidad en ese momento. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la configuración actual en un entorno interior puede afectar su estado emocional. Algunos caballos pueden estar más cómodos en un entorno exterior donde tienen más espacio para moverse y pueden ver su entorno con mayor claridad. En este caso, el caballo mostró ciertas resistencias a la conducción suelta cuando intenté guiarla al galope. Esto se debía a su falta de comprensión y confianza en esa situación específica.
En lugar de recurrir a una configuración tradicional de riendas y brida para corregir estas respuestas emocionales, decidí mantener las riendas sueltas y trabajar en el desarrollo de su inteligencia emocional. Esto implica enseñarle que cada acción tiene una respuesta correspondiente y que mi objetivo es que ella se relaje y confíe en mí. A medida que trabajábamos juntos, pude ver cómo ella comenzaba a asociar el toque suave de mis piernas con bajar la cabeza y relajarse. Esto ayudó a que su respuesta fuera más suave y controlada.
Finalmente, decidí trabajar en sus reacciones a mis piernas y enseñarle a ceder ante la presión en diferentes situaciones. Hicimos ejercicios de lateralidad y ceder a un solo lado para mejorar su comprensión y sensibilidad. Esto también ayudó a que su mente estuviera más enfocada en las señales que le estaba dando en lugar de reaccionar exageradamente a cada estímulo.
En conclusión, el proceso de evaluación y entrenamiento de este caballo nos permitió identificar y abordar sus puntos débiles, como su falta de comprensión de ciertas señales y su tendencia a reaccionar exageradamente. A través de una combinación de paciencia, trabajo en el suelo y montar con riendas sueltas, logramos ayudarla a relajarse, confiar más en mí y responder de manera más controlada.
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