El Galiceño: El origen del Criollo Mexicano

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El Criollo Mexicano es una raza de caballo que se desarrolló en México a partir de la mezcla de diferentes razas traídas por los españoles durante la colonización de América. Estos caballos escaparon y formaron manadas salvajes en territorio mexicano, siendo capturados nuevamente por los habitantes locales, utilizados tanto por los españoles en sus misiones como por los indios americanos.

A lo largo de los siglos, los habitantes locales comenzaron a atrapar y utilizar a estos caballos, quienes eventualmente se convirtieron en la base del criollo mexicano, especialmente apreciado en las regiones costeras. Durante el siglo XX, algunos de estos caballos fueron importados a Estados Unidos, donde se formó una asociación de criadores para mantener y preservar la raza. En la actualidad, la raza cuenta con un registro en Estados Unidos y se estima que existen alrededor de 7,000 caballos registrados en toda América del Norte.

Los caballos criollos mexicanos, conocidos como Galicenos, son considerados caballos en lugar de ponis, a pesar de su estatura relativamente pequeña. Son de color sólido, con colores más comunes como el recinto del negro y el colorado. Tienen una cabeza bien proporcionada, un cuello corto y musculoso, un pecho angosto y profundo, y hombros rectos con cruz pronunciada. La espalda es corta, la grupa caída y las piernas largas y fuertes. Los cascos son pequeños.

El criollo mexicano es un caballo versátil utilizado para montar, cargar y como caballo de tiro ligero. Se utiliza tanto en actividades agrícolas como en competiciones de salto, control y eventos cronometrados. Son conocidos por su resistencia, rapidez y agilidad, y se consideran cómodos de montar.

La raza toma su nombre de la provincia de Galicia en España, y es considerada la más cercana al criollo mexicano contemporáneo. Sin embargo, aún se han realizado pruebas y adhesiones de nuevas líneas de sangre para convertirse en lo que hoy conocemos como el criollo mexicano.

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