El caballo marismeño: influencia en el criollo mexicano

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El origen del caballo marismeño es una de las historias más fascinantes sobre la evolución de los equinos en América. Esta raza, al igual que el caballo bereber y los caballos de zorra, fue traída por los españoles al continente americano y tuvo una gran influencia en la conformación del criollo mexicano.

El caballo marismeño es una representación del fenotipo ibérico y comparte muchas características con el caballo andaluz actual. A diferencia de lo que se creía anteriormente, los caballos andaluces no son los antecesores del caballo criollo, sino que ambas razas son descendientes de una sola y comparten un ancestro común.

Una de las principales características que el caballo marismeño le heredó al criollo fue su abundante crin ondulada y cola larga. Además, se destaca por tener una inserción baja de la cola y una grupa caída, lo que los hace ver muy reunidos y elegantes mientras se mueven.

Otra característica notable de esta raza es su increíble resistencia a enfermedades. Los caballos criollos rara vez se enferman y, en caso de enfermedad, tienen una capacidad natural para curarse sin necesidad de tratamiento. Además, tienen una gran facilidad de parto y no requieren cuidados especiales ni condiciones ambientales particulares.

El nombre de esta raza hace referencia a su ubicación geográfica tradicional en las marismas del Parque Nacional de Doñana en Andalucía, España. A lo largo de su evolución, el caballo marismeño ha tenido cruces con otras razas, principalmente con los caballos bereberes del norte de África.

En cuanto a su apariencia física, el caballo marismeño tiene una alzada a la cruz que varía entre 1.40 y 1.48 metros. Además, cuenta con una amplia variedad de capas, siendo las más comunes las tortillas, castañas y negras. Su perfil es sub-convexo y su conformación es robusta y armónica, con una cabeza grande, cuello corto, tronco profundo y extremidades medianas y finas.

En cuanto a su carácter, el caballo marismeño se caracteriza por ser equilibrado y apacible, pero a la vez vivo y resuelto en el trabajo. Son conocidos por su resistencia, rusticidad, movimientos elevados y seguros, y facilidad para concentrarse.

Lamentablemente, el catálogo oficial de razas de ganado español ha clasificado al caballo marismeño como una raza autóctona en peligro de extinción. Sin embargo, desde el año 2003 se han realizado labores de recuperación y caracterización de esta raza con el objetivo de conservarla.

El sistema de conservación utilizado es el pastoreo en libertad en las marismas del Guadalquivir, en el Parque Nacional de Doñana. Los animales son recogidos en corrales una vez al año para realizar las labores de manejo básicas. Con el fin de promover y conservar la raza, se realiza una feria el 26 de junio, coincidiendo con la «saca de yeguas».

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