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El caballo criollo argentino es una de las razas más populares en Sudamérica. Este caballo desciende de los primeros caballos importados por los conquistadores españoles en el siglo 16, los cuales eran una mezcla de caballos berberiscos del norte de África, caballos árabes y otros caballos de la península ibérica. Estos caballos fueron liberados en la pampa argentina y durante cuatro siglos se adaptaron sorprendentemente a su entorno.
Los indios y los gauchos argentinos adaptaron estos caballos criollos para su vida diaria y los utilizaban en actividades como la caza y los trabajos con el ganado. El caballo criollo argentino es uno de los más conocidos, pero existen variantes en toda América del Centro y América del Sur.
En el pasado, los caballos criollos eran relativamente desconocidos en el resto del mundo, pero actualmente se están viendo más de estos caballos en centros ecuestres europeos. Los criollos argentinos más famosos son gasto y mancha, que permitieron a un jinete suizo viajar desde Buenos Aires hasta Nueva York recorriendo más de 15 mil kilómetros en tan solo dos años y medio.
A lo largo de los años, el caballo criollo argentino ha enfrentado diversas amenazas que pusieron en peligro su existencia. A principios del siglo 20, se introdujeron nuevas razas de caballos en Argentina, como los purasangres y los percherones. Esto llevó a cruces entre el caballo criollo y estas nuevas variedades para obtener un caballo más grande y fuerte.
La raza del caballo criollo se ha mantenido gracias a la asociación de criadores que luchan por su preservación y gracias a la creación del Stud Book en 1918. Este libro es único en el mundo y define los diferentes pedigríes de los caballos de la raza.
Los cruces en los que el caballo criollo argentino estuvo involucrado dieron origen a otras razas, como el caballo de polo argentino, que se desarrolló cruzando los caballos criollos con purasangres ingleses. También surgió el caballo de silla argentino o el anglo argentino, que proviene del cruce entre los caballos criollos argentinos y los caballos británicos.
El caballo criollo argentino se caracteriza por ser un caballo de silla equilibrado y armonioso, musculoso y de buena constitución. Son ágiles y rápidos en sus movimientos, y se destacan por su rusticidad, longevidad, fertilidad, resistencia, valor y habilidades para la ganadería.
El tamaño ideal para un caballo criollo argentino es de 1.44 metros a la cruz, aunque puede variar entre 1.38 y 1.50 metros. Estos caballos a menudo tienen cerraduras en las patas y la famosa raya de mula, características típicas de las razas antiguas.
Un dato curioso es que dentro de esta raza existe un color muy especial llamado azulejo, que no se encuentra en ninguna otra raza. Estos caballos tienen una nomenclatura especial para definir sus pelajes, que son diferentes a los de otras razas como el cuarto de milla.
En conclusión, el caballo criollo argentino es una raza única y emblemática que ha demostrado su adaptabilidad y resistencia a lo largo de los siglos. Su preservación y valoración son fundamentales para mantener viva esta parte importante de la historia ecuestre de América del Sur.
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